Preguntas abiertas a quienes dudan de la Aceleración Académica

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En estas semanas anduve hablando mucho—y pensando más aún—de la aceleración académica. En el lingo de altas capacidades, acelerar es ir a un ritmo más rápido del típico, y hay muchísimas maneras de hacerlo. La más conocida (y la más sencilla) es la aceleración de grado completo, que en Paraguay le llamamos “adelantarse”, en España “flexibilizar”, y así varias terminologías.

Hay también formas de acelerar que no implican saltar grados, pero en este momento no quiero referirme a ellas, porque lo que me anduvo carcomiendo el cerebro es la negativa a la aceleración de grado completo, e inclusive la aceleración radical, de varios grados/ciclos a la vez. Mi pregunta más grande es, ¿A QUÉ LE TIENEN MIEDO? ¿De qué dudan?

Me dijeron ya, “tienen que ser niños”, “su desarrollo social y emocional”, “sus papás le presionan”, “es sobreestimulación nomás”…

“Tienen que ser niños”, por supuesto. Es que siguen siendo niños y niñas.. que disfrutan aprender. Una niña de 4 años que no quiere escribir A, A, A, A en el jardín, ella quiere escribir cuentos porque se enseñó a leer y escribir el año anterior. Un niño de 11 años que está cansado de que hace 3 años siguen dando “el ciclo del agua” en la clase de Medio Natural y en realidad le gustaría profundizar mucho más en meteorología. Una niña de 11 años que quiere hacer álgebra, no problemas de dividir una pizza en fracciones. Un niño de 12 años que a la tarde corre con sus perros y a la noche hackea servidores programa en su clase de la universidad foros de internet. Todos casos reales, de personas de carne y hueso a quienes yo conozco personalmente.

“Su desarrollo social y emocional es importante”, por supuesto. De hecho es una de las razones más importantes para acelerar. En la mayoría de los casos, no hay problemas de relacionamiento social – ese es otro mito. En muchos otros casos, el relacionamiento social era malo o inexistente con los niños de su edad cronológica, y al acelerar oh sorpresa, está con niños de su edad mental y ahí por fin hace amigos y socializa feliz. En otros casos, el relacionamiento social se convierte en algo independiente de lo académico, y ya no se espera que el colegio brinde ambos; por ejemplo con aceleración radical, con adolescentes de 14 en la universidad. Las emociones son vitales; no se trata de mandar a niños a la fábrica de Einsteins para que salgan como robotcitos infelices. Se trata de permitirles ir a su ritmo, de responder a sus necesidades, y eso es algo tremendamente validante de la identidad de uno. ¿Acaso cuando no encontramos algo que nos llena, que nos afirma, no aumenta nuestra seguridad, nuestra confianza en el mundo, nuestra certeza de que tenemos una misión y un propósito?

“Sus papás le presionan”, no tanto. Este es un mito que vemos mucho, que lo sufren las familias de estudiantes con altas capacidades. (Como si se pudiera presionar a alguien para que ame algo con pasión.) Conózcanle a esa nena, a ese nene, empápense de su pasión contagiosa; recién ahí díganme si es pasión o presión, que esas dos cosas son incompatibles.

“Es sobreestimulación nomás”, no tanto. Puede haber algunos casos aislados, que al exponerlos a entornos acelerados, quedarán atrás y se notará que no siguen el ritmo. Con una buena evaluación, se distingue perfectamente sobreestimulación de sobredotación. Además, si alguien es “sobreestimulable” y por ende aprende mucho, ¿por qué le negaríamos un aprendizaje más estimulante?

La ciencia es abrumadora hacia el lado de los beneficios de la aceleración. En la inmensa mayoría de los casos, si una aceleración sale mal, estuvo mal planeada o mal ejecutada. Casi no se conocen casos de aceleración bien planeada y bien ejecutada que salga mal. Solo que a veces los números, fríos, no nos mueven; escuchemos entonces experiencias vividas de personas que pasaron por eso, o que necesitaron y no lo recibieron.

¿Por qué en el zeitgeist de la personalización, nos empeñamos en despersonalizar la educación de un grupo que demasiado necesita esa personalización?

Si puedo customizar mi termo de agua con dibujitos que reflejen mi personalidad, ¿por qué no puedo hacer lo mismo con mi entorno personal de aprendizaje? ¿Por qué estoy atada a una silla en un aula determinada solo por el año en el que nací? ¿Por qué se cree que “potenciar mis capacidades” es darme tres acertijos adicionales en aula que yo puedo bajar sola de internet (y que encima no me interesan)? ¿Por qué pretenden seguir llamándole a eso “diferenciación” y pretenden que eso tiene un impacto para mí? Si yo estoy lista para aprender física, química, cálculo, antropología, filología, ¿por qué tengo que seguir desarrollando ejercicios de fracciones de dos dígitos y conjugando el verbo to be por quincuagésima vez? ¿En nombre de qué? ¿A quién le sirve eso?

Respuesta correcta: A NADIE.

Piensen conmigo en formas de lograr estos cambios, por favor. Tenemos muchas explicaciones que dar a niñas, niños y adolescentes con altas capacidades, que nos miran a las personas adultas como incapaces de darles las respuestas que tanto necesitan—y no podemos seguir sin respuestas.

Dra. Alex Vuyk